¿Esta será mi oportunidad para aprender a cantar?
Estamos en una situación que nunca habíamos vivido, !Una pandemia! Tal vez lo habíamos imaginado, lo habíamos pensado o temido pero nunca creímos que podríamos vivirlo.
El caso es que llevamos más de tres meses en esta nueva realidad. Trabajamos, estudiamos, compramos lo que necesitamos, vemos a parte de nuestra familia y amigos desde casa, todo a través de diferentes aplicaciones y plataformas de internet.
Pasamos los días ajustando nuestras costumbres sin salir, con preocupaciones y presiones y estamos luchando para salir adelante de este “tiempo fuera”. Nos preocupamos por nuestra salud, nuestro trabajo y nuestras finanzas. Cuidamos a nuestra familia, nuestra alimentación, intentamos hacer ejercicio, nos mantenemos informados y positivos y además nos dicen que debemos aprovechar el tiempo para mejorar y pensamos… ¿En verdad hay personas tan perfectas que aprovecharán el confinamiento? ¿Habrá algo bueno en estos días?
Lo cierto es que puede ser difícil adaptarnos a la nueva rutina. Sin embargo, habiendo organizado el día a día hemos tenido tiempo para soñar, pensar en el futuro, en nosotros en lo que hemos dejado de hacer y en lo que queremos hacer. Es verdad, tenemos ratos disponibles y además necesitamos un descanso para la mente, una especie de terapia, un entretenimiento que nos llene el espíritu.
Sí, puede ser esta la oportunidad de aprender música, de cantar, de aprender a tocar un instrumento, de aprender a disfrutar el arte, de escuchar grandes obras de música, de bailar, de leer, de pintar o de escribir.
Es muy valioso lo que el aprendizaje de la música hace para el cerebro humano. Cuando son niños los que aprenden adquieren habilidades que mejoran sus capacidades matemáticas y de lenguaje, los jóvenes desarrollan sus habilidades de escucha y para el trabajo en equipo y los adultos mayores consiguen mejorar la plasticidad del cerebro trabajando sus conexiones neuronales.
Sin importar la edad ni el talento, todos podemos disfrutar de la sensación de paz y pasar un buen rato. Esa hora de clase solo para nosotros mismos que nada puede interrumpir, esos 60 minutos en los que podemos olvidarnos de la realidad para después seguir con la rutina, renovados y más humanos.